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Lectura. Predicciones 2045

Lecturas para empezar

Lectura. Predicciones 2045

Por Gonzalo Tavares

Escritores invitados al festival se calzan el traje de videntes para proyectarse al futuro y profetizar como será la literatura, el mundo o sus propias vidas en tres décadas. 


1. Salida de emergencia

«Debes cambiar de alma, no de clima. (...) Ir de un lado a otro no te ayuda nada, porque vas siempre en tu propia compañía.» Séneca

Siempre que, antes del despegue de un avión, se escucha: “Preste atención que la salida de emergencia puede estar a sus espaldas” sentimos que se está hablando no de las medidas de seguridad en caso de un accidente sino de la existencia en general. De la existencia individual y de la sociedad.

Europa embarcó hace muchos años y, en 2015 y 2045, seguirán oyéndose los consejos de seguridad: Preste atención que la salida de emergencia puede estar a sus espaldas. Y hay quien señale otras salidas.

En una variación de célebres paradojas, podríamos decir que un continente o un hombre que estén equidistantes de dos salidas de emergencia, en caso de accidente corren riesgo de morir, inmóviles, por la duda. Y con decenas de salidas de emergencia a igual distancia, un hombre o un continente – además de no salvarse – se volverán locos.

2. Versos

Los versos de Hölderlin: «Difícilmente abandona su lugar lo que mora cerca del origen».
Y el comentario de Heidegger a estos versos: «Inversamente, quien fácilmente abandona el lugar comprueba que no tiene origen y se limita a estar presente como por casualidad».

3. Velocidad

La síntesis del hombre contemporáneo y del hombre que viene, del europeo que puede decidir y actuar – es la del hombre apurado dentro de un ascensor.

La angustia de estar apurado y tener músculos y energía capaces de acelerar, pero estar dentro de un receptáculo que tiene una velocidad predeterminada y que no altera su velocidad.

La sensación es la de que entre la sociedad y cada uno de los elementos que la constituyen comienza a cementarse una desincronización esencial de las velocidades. El Receptáculo con motor donde nos colocaron nunca tiene la velocidad que necesitamos. Pero ya no somos nosotros los que hacemos juicios sobre el Receptáculo, es el Ascensor quien nos juzga. Es el mecanismo del ascensor que le dice al Hombre Apurado Dentro de un Ascensor: estás demasiado apurado, cálmate.

Vamos siempre demasiado rápido o demasiado lentos. Nuestra velocidad se vuelve culpable. La sociedad parece exigir siempre, en cualquier circunstancia, otra velocidad.

Tienes la culpa de no acertar en la velocidad.

En 2045 la velocidad será otra, pero seremos seguramente culpables.

4. Fundamentalismos

Me gusta particularmente lo que dice un personaje de Hans Christian Andersen: «Le pidieron que rezara, pero él solo se acordaba de la tabla de multiplicar».

Dos tipos de fundamentalistas:

1. El fundamentalista de la lógica pura: me piden bondad, pero solo me acordaba de la tabla de multiplicar; me pidieron sabiduría, pero solo me acordaba de la tablas de multiplicar, etc.

2. El fundamentalista religioso: Le pidieron la tabla de multiplicar, pero solo se acordaba de rezar.
Hace mucho que Europa se instaló en las tablas de multiplicar. Por encima del mapa del Continente podríamos escribir simbólicamente 2x3=6 o la tabla entera, pero cometeríamos un sacrilegio si escribiéramos una oración, por ejemplo, Padre nuestros que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.

El sacrilegio cambió de objeto.

En Europa, por estos tiempos, el discurso religioso que vaya contra una adicción o una multiplicación será apedreado.

El cineasta Herzog recuerda que, en uno de sus filmes rodado en África, individuos de la tribu Massai no quisieron entrar en un puesto médico móvil porque estaba elevado en relación con el suelo. “Por razones misteriosas, no se atreven a subir los escalones. Intentan entrar, dudan, reculan. Solo al final algunos Massais logran sobrepasar ese obstáculo invisible y subir los tres escalones que conducen a su interior.”

Europa, de una forma general, está igual. No sube los escalones; tiene miedo de las alturas, de la pequeña altitud que esos pequeños escalones inauguran. Con los pies en el suelo o en caída (sin suelo por debajo): solo así se siente segura Europa.

Podemos pensar, imaginar que, en 2045, tabla y oración estarán una al lado de la otra, como dos viejos amigos.

«El joven no osa mirarse en la oscuridad, pero sabe bien que debe ahogarse en el sol y habituarse a las miradas del cielo para hacerse hombre». Cesare Pavese

5. 5 no es 5 no es 5 no es 5

La objetividad pura tiene una potencia violenta. 5 es 5 es 5, eso es indiscutible. Decir que 6 no es mayor que 5, hoy, en Europa, sería lo mismo que haber dicho --en la Europa medieval-- que Dios no existía.

Cuando alguien dice: esto es objetivo, lo que está diciendo en realidad es que esto no se discute, esto es verdad, no tienes un contraargumento en contra de esto. Alguien que se opone a lo que es objetivo solo puede tener, así, una cabeza débil. Cuando se dice esto es objetivo se termina la conversación, el otro no puede contestar.

Cuando se dice esto es subjetivo, se afirma solo que esto es un punto de vista; se permite, pues, que el otro de un paso al frente, contra-argumente.

En una entrevista a un diario francés, Godard dijo una vez esta frase terrible: “¿La objetividad? Son cinco minutos para Hitler y cinco minutos para los Judíos”.

El mito de la objetividad, pensar en él, discutirlo.

6. La moral de la máquina – o el octavo pecado

«Y los niños que podrían haber cambiado todo,
juegan entre piedras y ruinas.
Y no quieren cambiar nada.»
Yehuda Amijai

La moral europea es, en parte, la moral de la máquina. Es bueno todo aquello que funciona. Es bueno, no solo en términos de eficacia, sino en términos morales.

La noción de pecado se socializó y entró en la esfera de la tecnología. Alguien que no sepa calcular o que no domine la última versión de Windows comete un pecado. El pecado mayor es la ineficacia. Alguien que no funciona bien, se convierte en un pecador.
Los pecados capitales ahora son ocho: gula, avaricia, lujuria, ira, envidia, pereza, vanidad e incompetencia.

El incompetente no entrará en el reino de la Tierra.

En el 2045 tal vez la incompetencia sea absuelta, acariciada, tratada como se trata a un hijo.

7. Salvación

La discusión es siempre esta: ¿prefiere que lo opere un médico competente o un médico de “buen corazón”? Si elige a la persona que más lo ama para operarlo cometerá probablemente un error. La salvación ya no viene con la entrada del padre en la casa del enfermo, sino con la del médico – y esta transición radical del siglo XX, analizada por muchos, todavía está en movimiento. La salvación que clásicamente tiene un abordaje religioso o moral tiene desde hace mucho, en Europa, un entendimiento clínico.

«Aquí, donde las ruinas quieren volver a ser
una casa (...)»
Yehuda Amijai

8. Coraje y bondad

La bondad salva cada vez menos, y eso asusta. En el mundo de paisaje técnico en que los elementos naturales están escondidos – casi ya no hay montaña, ni tierra – cada vez más, se salva quien sabe dónde conectar o desconectar la electricidad; aquel que sabe utilizar los comandos de la casa de las máquinas.

Y en ese aspecto sería interesante hacer el análisis del hombre europeo que salva a otro en 2015. E imaginar lo que sería en 20145. Si, en siglos pasados, el coraje, por encima del resto, sería una de las cualidades esenciales de quien salva, hoy tal cualidad es casi dispensable. ¿Que podrá hacer el hombre más valiente del mundo frente a alguien que corre peligro en medio de una ciudad moderna? El coraje perdió eficacia – sus efectos eran mucho más evidentes cuando lo que tenía a su frente para vencer era una fuerza natural: animal, agua, fuego, otros hombres, etc.

Hoy el coraje tiene, primero, que tomar un curso de especialización técnica. Si no lo hace será coraje, sí, siempre, pero inconsecuente. Frente a un conjunto de personas cerradas en un ascensor parado por algún desperfecto, el hombre más valiente del mundo irá a llamar a la asistencia técnica: eso es el sin salida en que nos colocamos.

9. Valores morales – y lo que está en el medio

Si pensamos en los diversos valores morales y éticos – bien, bondad, lealtad, altruismo, honestidad, solidaridad, libertad, verdad, justicia, sabiduría, coraje, etc. Verificaremos que, si en medio de ello estuviera el funcionamiento de una máquina, estos valores se volverían poco consecuentes. Esta es la anulación moral por parte de las máquinas. La tecnología, en su conjunto, funciona como una máquina de terraplanaje moral.

Estos valores morales clásicos, hay que insistir, fueron pensados en la relación de un hombre con un hombre o conjunto de hombres, una relación inmediata. Lo que tenemos en 2015 en las ciudades europeas es otro mundo. Son raras las relaciones inmediatas, directas, cuerpo a cuerpo y entre hombres. En medio, aun cuando muchas veces no nos demos cuenta de eso, están las máquinas. La lealtad entre dos hombres solo se podrá manifestar en la ciudad europea del siglo XXI si, por lo menos en uno de ellos, existiera un conjunto de habilitaciones técnicas mínimas.

No te puedo salvar porque no sé usar la máquina – esa es la frase que, en 2045, será seguramente muchas veces escuchada.
«Hay muchos metros entre un animal que vuela
Y la escalera que bajo para sentarme en el suelo.»
Daniel Faria

En 2045 tal vez solo se logre ser valiente en el campo.

10. Palabras más

Sin darnos cuenta, de una forma sutil, el vocabulario que utilizamos de forma común va instalando este nuevo mundo. Tomemos un ejemplo: la palabra funcionario. Esta palabra tiene una violencia contenida de la cual no nos damos cuenta. Funcionario es aquel que ejerce un conjunto de funciones – y función siempre fue una parte que está contenida en algo más amplio e importante. Reducir a una persona a un conjunto de funciones es violentarla.

Pensemos, por ejemplo, en la pregunta inocua: ¿funciona bien? De hecho, podemos preguntar si João, María o el ascensor funcionan bien. Y cuando podemos hacer la misma pregunta acerca de un hombre o de una máquina es porque algo, de hecho, allá atrás, se desarregló.

Y es también por eso que muchas personas, aquí y allí, comienzan a tener desperfectos.
Imaginar que en el 2045 el lenguaje será más confuso, cada frase tendrá un mayor número de interpretaciones. El lenguaje perderá mecánica y motor, y ganará humanismo; es decir, hesitación y desasosiego.

11. La apatía

Lo que me parece muy claro, es que la máquina es el ser apático por excelencia. (La apatía, ese modo de que una cosa se coloque siempre a la misma distancia de todas las otras cosas, de no tener juicios estéticos, éticos, etc.)

Una fotocopiadora saca fotos de un documento neutro y enseguida de una sentencia de muerte, con la misma indiferencia maquinal – la misma velocidad y cualidad de impresión. Nunca detiene su movimiento por cuestiones morales, solo por desperfectos. El desperfecto, además, es muchas veces el origen de una tragedia, pero cada vez más, también, una de las últimas vías de salvación. (Cada día, cada año, la frase Felizmente, se descompuso , o la extraña y herética frase Gracias a Dios, se descompuso, se volverán menos absurdas.)

Pensar, por ejemplo, que un verso nunca se descompone.

12. Las preguntas humanas

No podemos hacer preguntas sobre juicios estéticos o filosóficos a un animal o a una máquina y es también por eso que las artes, la cultura y la filosofía, a pesar de todo – a pesar de todo – son importantes. También solo podemos hacer preguntas éticas o sobre “estados del espíritu” a humanos: no le preguntamos a una máquina fotográfica si ella se entusiasmó cuando fotografió aquel paisaje.
Sería interesante pensar que seguimos siendo humanos precisamente porque hay todavía preguntas que se hacen a las personas que no se pueden hacer a los animales o a las máquinas. Por ejemplo, las simples preguntas: ¿te gusta? ¿Era bonito?

Otro ejemplo de una pregunta naturalmente humana, la de Brodsky: “¿Pero por qué en la Constitución no figura la palabra “lluvia”?”

En 2045, ¿otra Constitución?

13. Lo que viene - pies, ojos

«Bien aventurado el que presintió
cuando la mañana comenzó:
no va a a ser diferente de la noche.»
Adélia Prado

¿2045?

Podemos tener los pies en un terreno feo y los ojos vueltos hacia algo bello. O podemos, en una situación inversa, tener los pies en un terreno bello y los ojos fijos en algo feo. En la primera situación, tendremos la sensación de que estamos en un sitio bello. Y en la segunda situación, tendremos la sensación de estar en un sitio feo. Lo que vemos, a nuestra frente, se vuelve siempre lo más relevante.

Si estamos con los pies en un sitio feo y los ojos fijos en un sitio feo, pero tenemos una bella imagen en la cabeza, estamos en un sitio bello – es lo que dirá, en contrapunto a todo esto, el bueno y peligroso, el peligroso y buen viejo utópico.

«Después encontré a mi padre, que me hizo fiesta
y no estaba enfermo ni había muerto, por eso reía (…)»
Adélia Prado

Traducción: Florencia Garramuño.

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