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Fábrica de Havanna

Bitácora

Fábrica de Havanna

Por Luciana Caamaño

Seis autores recorrieron lugares emblemáticos de la ciudad y los reflejaron a través de su escritura más personal. En esta lectura de cierre, compartieron su propio mapa de Mar del Plata.

diez y veintitrés, entramos a la fábrica
antes
pasa
un abejorro superdesarrollado
un policía salido de miami vice
una ristra de coches

adentro
nos dicen:
relojes, collares, anillos, cuadernos, lapiceras, carteras y mochilas
a los casilleros
nos dan:
delantales inmensos marca saber y cofias con el logo de havanna bordado
pienso:
“cuando iba a la escuela primaria existía un ritual de inauguración del año lectivo: ir a saber a comprar el guardapolvo”
somos cinco en el pasillo que oficia de recepción
estamos disfrazados de fábrica
se presenta una operaria y dice:
recordaron sacarse las joyas?
ahora va a venir maría que los va a guiar
nos abren la puerta

había planeado tomar notas y desde que dejé el cuaderno en el locker siento que mi memoria atraviesa un episodio agudo de fragilidad

me armo una voz mental que me narra el paseo y cuando la fe entra en bache, me tira expresiones de aliento

mirá esa máquina, lo que después se convierte en tapa de alfajor, inicialmente parece arena, podés armar alto verso con eso, linkeás con lo marpla, definís la quinta esencia del espíritu marplatense en función de este detalle. impresionante. el operario a cargo de la máquina responde preguntas, cuántos minutos? cuántos grados? no intentes recordar números, ya sabés que no te sale. poné atención a otra cosa, vamos, vamos, tremenda cantidad de fantasía perceptiva hay por acá. cintas que transportan alfajores ya montados, es decir: tapa, dulce de leche, tapa. una fila de operarias recibe el merengue caliente y mete espátula: la parte de arriba y los costados. la parte de abajo se pinta más adelante. hay un olor que no puede ser, a veces tengo ganas de abrir la boca y avanzar. la guía dice viscosidad muchas veces. usá el plural: caminamos entre máquinas, el chocolate negro cae en cascada, un escándalo sexual. el chocolate blanco va por la misma senda. en esta parte ponete confesional: hoy todo me parece pornografía. ya lo dijo el cine. la dinámica mecánica cala hondo en la imaginería sexual. tengo una góndola de fantasías en la cabeza, están de oferta y para colmo hace muchas horas que no te veo y para colmo hay un olor a chocolate que me toca el alma y cómo te explico? insistí:

insisto: hoy todo me parece pornografía. volvé al escenario fabril: hay una habitación destinada íntegramente al dulce de leche. el operario de turno martilla las tapas de los tachos, luego los coloca en una máquina que les arranca el fondo y bueno, señoraes y señoreas, con ustedes: una escenita condicionada ao vivo, en público y cómo te explico? el dulce de leche cae raudo, alojado en ese punto exacto entre la suspensión y el chorro. así, así, así. vas bien, o todo lo contrario, lo importante es continuar. me golpea un olor exuberante, nuez y dulce de leche unidos en sagrado matrimonio, en vista de todos, en plena faena. quiero llevarme algo a la boca.

ingenua de mí, por un momento creo haber llegado al clímax. avanzamos de frente al sector de empaquetado. la protagonista indiscutida no es una máquina, es un maquinón.

tirate un chistecito:
“altas tuercas, mamita”
nada más?
“con esos cables te doy hasta que el mundo se quede sin electricidad”
suficiente!

la maquinola en cuestión tiene varios poderes, unos brazos metálicos abren cajas, otros brazos metálicos que rematan en sopapas levantan seis alfajores blancos que colocan en la caja y luego hacen lo propio con seis alfajores negros. y así miles de veces. me estoy tomando un fifty fifty de fascinación y miedo on the rocks.

tirate una tangente:

un rincón del sector de empaquetado amenazó mi eje candente y me trasladó a pasiones más literarias. el papel, así de obvia. en realidad se trata de aluminio. mientras maría elabora una lista esmeradísima de las ventajas de envolver los alfajores en aluminio, pienso en las posibilidades del material en cuanto a tapa de libro. un merecido golpe de realidad me trae de regreso y

andá cerrando

última parada: el laboratorio. nos muestran muestras, nos muestran plaquetas, nos hablan de hisopados, partidas, instrumental y así.

antes o después, pasamos por el comedor del personal. hay trofeos de torneos internos deportivos y muchos carteles del estilo: juan y roberta se casan, los que quieran poner plata para el regalo comuníquense con eugenia. todo está escrito a mano. se anuncian cumpleaños, despedidas, partidos de fútbol.

el cierre, el cierre

bajamos una serie de escaleras y caemos otra vez en el mini hall de ingreso. mientras nos sacamos los disfraces y levantamos las pertenencias de los casilleros, maría, nuestra guía, nos hace entrega de obsequios. a modo de despedida insiste en sacarnos una foto a todos juntos delante de un plotter inmenso que dice “fábrica havanna”.

no vi la foto, intuyo que salimos todos contentos.

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