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Bitácora Filba Nacional 2012 - Bahía Blanca

Bitácora

Bitácora Filba Nacional 2012 - Bahía Blanca

Por Zambayonny

Luego de cuatro días de actividades, el Filba Nacional 2012 se despidió con una lectura colectiva de textos escritos a partir de recorridos por diversos puntos de la ciudad de Bahía Blanca y de Ingeniero White.

En el siglo pasado yo ensayaba en Ingeniero White, teníamos menos años que ahora y todos los días nos subíamos a la 500 para enchufar guitarras, bajos y micrófonos en el barrio 26 de septiembre. En esa época ensayábamos mucho y no tocábamos nunca, al revés que ahora.

El repaso y arreglo de canciones duraba hasta que caía la nochecita y entonces empezaban a destaparse botellas y a visitarnos amigos y vecinos con historias más interesantes que las canciones que tocábamos.

Desde el mate, hasta las paredes, pasando por las macetas y el collar del perro estaban pintados de amarillo y verde, todo en esa casa que usábamos de sala de ensayo tenía relación con el club Comercial.

Por si existe algún desprevenido en el universo que no lo sabe, les cuento que los dos clubes de fútbol más importante de Ingeniero White son Puerto Comercial y Huracán, el verde y el cangrejo, el gringo y el globo, un clásico barrial histórico, hermoso y violento lleno de anécdotas, de miserias, de hazañas, de heridos y de muertos.

Durante aquellos tiempos conocí a los más importantes referentes de la hinchada de Comercial y escuché todo tipo de historias relacionadas con ambos clubes. Yo era visitante pero me adoptaron con cariño y aprendí a escucharlos.

Supe que la rutina dominguera comenzaba en la sede, temprano, con asado, vino y lo que quisieras para acompañar, mas tarde iban a la cancha, luego a la comisaría y de ahí a la tapa del diario.

Sin embargo los días en los que se jugaba el superclásico de White la hinchada visitante cumplía con un ritual peligroso y provocador que consistía en ir caminando hasta la cancha del otro. No sé si todavía lo siguen haciendo. No había autos, ni colectivos colmados, ya que toda la enorme hinchada de cualquiera de los dos, se juntaba en su propio estadio y arrancaba el largo viaje cantando por las calles de White. Esto generaba obviamente piedrazos de vecinos contrarios a la causa y enfrentamientos en cada esquina. Esta costumbre de marchar por el barrio hasta el estadio del otro generó que la policía tomara la decisión de acompañar a la procesión venga del lado del puente que venga.

El odio entre ambas camisetas dividía, y lo sigue haciendo, a los habitantes de White, sin embargo la geografía, la rutina, la cercanía y hasta los vericuetos familiares los volvía a relacionar diariamente una y otra vez como una maldición.

Se conocían todos, cada cual sabía de qué club era hincha cualquiera que se encontraran por ahí.

Compartían lugares de trabajo, colegio, sobremesa, almacén y colectivo siempre con desprecio, siempre con distancia, siempre enfrentados.

Solamente había un sitio donde se cruzaban diariamente hinchas de ambos clubes y sin embargo no se generaba ningún problema, este sitio estaba ubicado justamente en la frontera de ambos hemisferios del barrio. Hasta podría decirse que aprovechaban la excusa para bajar la guardia, saludarse y compartir alguna que otra copa como dos enemigos que se admiran por distintas razones. Un lugar donde a nadie veía a nadie, un sitio donde todos se hermanaban detrás de la misma causa, un terreno donde nadie delataba a nadie, un espacio sagrado elegido por conveniencia, un capo de tregua ubicado sobre Guillermo Torres, me estoy refiriendo a los cabarets de White.

Ahí se aceptaban la leyenda de una bandera común: Las putas son de todos y el verdadero dueño del barrio es el mar.

El tiempo pasó entre clásicos con demasiados empates. Los barra bravas se hicieron dirigentes, los que cortaban rutas en favor del medio ambiente consiguieron laburo en el polo, a algunos los mudaron a villa floresta, a otros los sembraron en el cementerio, varios se casaron con dominicanas sin documentos, y nosotros disolvimos la banda sin grabar un solo disco, sin llenar un solo estadio, sin cumplir un solo sueño.

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