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9mm en 35mm

Mezcladito

9mm en 35mm

Por David James Poissant

Películas de guerra, westerns, gangsters, samurais, artes marciales, cine negro, terror. La violencia también fascina y entretiene: así lo descubrió la literatura desde Homero y el cine lo explotó desde sus orígenes. Cuatro escritores eligen su escena violenta favorita y explican por qué. David James Poissant elige una escena de Petróleo sangriento. 

Escena de Petróleo sangriento, de P. T. Anderson (2007)

Petróleo sangriento es una película inspirada en la novela ¡Petróleo! de Upton Sinclair, que cuenta la historia de un magnate petrolero durante la fiebre de petróleo en Estados Unidos a principios del siglo XX.  Aunque esta no es mi película favorita de P. T. Anderson, tiene dos de mis actuaciones favoritas. Y punto. Las actuaciones de Paul Deno como Eli Sunday y la de Daniel Day Lewis como Daniel Plainview, por la que ganó un Oscar, deberían ser consideradas dos de las mejores del cine estadounidense. Y los últimos cinco minutos de la película son realmente inolvidables.
Si ustedes la vieron recordarán la frase “I drink your milkshake” (yo me tomo tu batido). La línea es excelente y su ejecución es realmente espeluznante, pero la escena es mucho más que un intercambio sobre un batido de leche.  Para entender la trascendencia de esa escena tenemos que rebobinar y pensar en el resto de la película.

En términos de violencia, Petróleo sangriento es un ejercicio exquisito de restricción. Si bien hay muertes y accidentes graves durante toda la película, por lo general son consecuencia de la lucha del hombre contra la naturaleza. Daniel se rompe una pierna tratando de extraer oro de una mina. Un grupo de hombres muere intentando extraer petróleo de un pozo. Cuando finalmente llegamos a una verdadera escena de violencia, el suceso es muy breve y, curiosamente, no se lo muestra. Daniel se entera de que un hombre había estado fingiendo ser su hermano. Le dispara al impostor en la cabeza, pero no vemos ni la bala ni el agujero que deja la bala ni la sangre que debería venir con todo eso. No, la escena no muestra la sangre anunciada en el título, solamente la mano de Daniel enfundada en un guante mientras le sostiene la cara al impostor y dispara fuera de cuadro.

Pero en la escena final no hay guantes. Eli, un autoproclamado profeta y reverendo de la Iglesia de la Tercera Revelación vuelve a su pueblo después de una misión. Va a rogarle a Daniel que le dé dinero, dinero que Daniel no le piensa dar. Daniel les debe dinero a Eli y a la iglesia. Los ha engañado a todos, ha extraído petróleo de las tierras de la familia de Eli y de abajo de una propiedad que no le pertenece. (De ahí viene la famosa frase ‘I drink your milkshake’; Daniel está haciendo referencia a cómo se puede extraer petróleo de todas las tierras lindantes a donde se instala un pozo.)          

Daniel Plainview es un tipo al que no le gusta que le lleven la contra. “Soy muy competitivo”, dice. “No quiero que a los otros les vaya bien. Odio a la mayoría de las personas.” Para el final de la película Daniel mató a un hombre. Desheredó a su hijo. Pero su enemigo más acérrimo es Eli y él va a tener que pagar. Daniel obliga a Eli a pedirle dinero de rodillas. Después obliga a Eli a declarar en contra de su fe y en contra de Dios. Pero eso no es suficiente. Tiene que destruir a Eli.

La película termina con el tercer altercado físico entre Eli y Daniel. Los dos habían peleado más de una vez por el dinero y el honor. En la primera parte de la película la primera pelea termina cuando Eli le exige a Daniel que le devuelva su dinero y forcejean hasta que Daniel lo termina tirando al piso. Daniel no lastima a Eli. Lo humilla. Lo cubre de tierra y le mete barro en la boca. En la segunda pelea, Daniel se deja humillar. Se arrodilla en una iglesia repleta de gente. Confiesa ser culpable de algunas transgresiones y recibe bofetadas y el bautismo por parte de Eli. Daniel tolera esa humillación para obtener derechos sobre la propiedad de un miembro de la iglesia.  Y aunque la tercera pelea ocurra diez años después, vemos en los ojos de Daniel y escuchamos en su voz la furia contenida durante todos esos años.

En la última escena, finalmente empieza la violencia sin restricciones. La potente banda sonora se apaga y todo lo que escuchamos son las voces y los gritos de los dos hombres, sus quejidos y alaridos. Y dado que, en cada cruce y en cada intersección, la película explora las relaciones entre la religión, el poder y el comercio, no debería extrañar que toda la violencia termine en una especie de Trinidad non sancta.

Después de torturar verbalmente a Eli, Daniel lo tira al piso de la pista de bowling que tiene en su mansión. Daniel dice que él es la Tercera Revelación y le empieza a tirar bolos a Eli. Le revolea tres bolas pesados y termina reventándole la cabeza con tres golpes de bolo. Cuando la cámara cambia a un punto de vista aéreo de la carnicería, finalmente vemos la sangre que el título prometía. La sangre cubre la cabeza hecha pedazos de Eli y el bolo que la masacró. Vemos la pared salpicada con sangre. Vemos la sangre chorreando de la cabeza de Eli y avanzando sobre la pista.

En la segunda pelea, Eli obliga a Daniel rogar por sangre de cordero, pero la sangre que cierra la película es la propia sangre de Eli. Cuando el mayordomo de Daniel baja las escaleras para ver si su amo está bien, Daniel Plainview se dirige al mayordomo y a él mismo y al cuerpo de Eli, con una voz como si fuera la propia voz del Dios en el que no cree y dice: “¡Terminé!” Y la película corta al título: Petróleo sangriento.

Un dato curioso: gran parte de lo que le da ese crudo realismo a la escena es el hecho de que Daniel Day- Lewis, conocido por ser un actor del “método”, reconoce haber perdido un poco el control. Lo que tira son bolos de verdad. Se los tira de verdad a Paul Dano y uno de hecho le golpea la pierna. Se suponía que eso no iba a pasar, entonces cuando uno ve el terror en la cara de Eli en realidad lo que ve es el terror en la cara de Dano. Tan intimidante es trabajar con el imprevisible Daniel Day-Lewis que Kel O’Neill, quien inicialmente representaba a Eli, se fue de la película después de dos semanas de filmación. Esa partida, y la manera de trabajar de Daniel Day-Lewis, por más cuestionables que sean, terminaron siendo un regalo para la película y para todas las audiencias del mundo.

Traducción: Lucila Cordone

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