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FRANCES HA (2012) de Noah Baumbach, 86 min.
Frances es bailarina en Nueva York, tiene ingresos escasos y vive en un departamento compartido con su mejor amiga de la Universidad, Sophie. Se balancea en esa bisagra de la vida entre los 20 y los 30 en la que parece que cada pequeña decisión –elegir un pañuelo en vez de otro, comprar un sándwich o una revista, pagar el alquiler o endeudarse para pasar un fin de semana en París-, generará un enorme cambio hacia adelante. Y mientras sus amigos más cercanos empiezan a hacer nido en el árbol de la burguesía intelectual de la sociedad, Frances se aferra a su inmadurez, volviéndose a ratos tierna, a ratos patética, pero siempre genuina. El filme, con guión de Noah Baumbach y Greta Gerwig, que interpreta a la protagonista, reflexiona sobre el compromiso con el propio decir, con la forma de estar en el mundo, con el modo misterioso en que elegimos ser, hacer, decir.
Hay en ella algo de la materia con que está escrito el libro Éramos unos niños, de Patti Smith. El teatro de crecer con otros, Frances con Sophie, Patti con Robert Mapplethorpe, en esa suerte de cofradía de amor, responsabilidad afectiva y deseos compartido. La complicidad y la alegría de ser y celebrar el ser de un otro. Aun si ese otro anda a su propio paso y por senderos que lo llevan lejos.
CAMINOS CRUZADOS (2024) de Levan Akin, 106 min.
Cuando muere su hermana, la señorita Lia, una maestra jubilada de Georgia parte a Estambul en busca de su sobrina Tekla, una chica trans a la que, por vergüenza, tiene décadas sin ver. Lleva, en su travesía, un viejo carro de supermercado, unos pocos ahorros enrollados entre la ropa y la guía de un joven vecino, Achi, que posee algunas palabras en turco y pocas frases en inglés como todo capital. Si la confianza entre ellos no parece una posibilidad, es la necesidad la que los mantiene unidos.
Buscan a Tekla en los márgenes de una ciudad de calles angostas, gatos sin dueño en los umbrales de las casas y niños sin madre. “La ciudad, si no existe, la inventa el bambolear homosexuado que en el flirteo del amor erecto amapola su vicio. El plano de la city puede ser su página, su bitácora ardiente que en el callejear acezante se hace texto, testimonio documental, apunte iletrado que el tráfago consume. Más bien lo plagia, y lo despide en el disparate coliza de ir quebrando mundos como huevos, en el plateado asfalto del entumido anochecer”, escribía Pedro Lemebel en Loco Afán, en 1996, descubriendo al paseante una ciudad en sombra. La misma que andan Lia y Achi tras las huellas de Tekla, que en sus recovecos terminará por iluminar los bordes de sus propias emociones y destinos.
BUFFALO '66 (1998) de Vincent Gallo, 111 min.
En un pasaje muy breve de su libro Un puñado de flechas, la escritora Maria Gainza recuerda el polémico paso por la Argentina del actor Vincent Gallo, cuando vino a filmar con Francis Ford Coppola su película Tetro. Parece que Gallo se comportó como el personaje que interpretó siempre: arrogante, escandaloso, bello, insoportable. Tal vez por eso su carrera errática olvida injustamente su extraordinaria primera y casi única película como director: Buffalo’66, que después de 25 años sigue siendo un clásico del cine independiente norteamericano. Gallo, que también fue el guionista y el compositor a cargo de la banda de sonido, interpreta a Billy Brown, un convicto, que después de cinco años encerrado por un crimen que no cometió, sale de prisiòn para reencontrarse con sus padres a quienes quiere impresionar con un presente laboral y amoroso exitoso pero inexistente. Su realidad es puro fracaso y desamparo, pero con la aparición forzada de Layla (una encantadora Christina Ricci jovencísima) la historia empieza a ser otra. El resto del casting es una locura: Ben Gazzara y Anjelica Huston (como los padres, deficitarios y brutos de Billy), Mickey Rourke y Rosanna Arquette. Personajes desgarrados y fuera de toda convención, en una postal de época de la América profunda de los ‘90.
PERFECT DAYS (2023) de Wim Wenders, 125 min.
Lo que aparenta ser una vida solitaria, silenciosa, anodina es, en cada respiración, una vida extraordinaria. El protagonista de Perfect Days, Hirayama (el maravilloso actor Koji Yakusho) se levanta cada día en su pequeño y austero departamento del suburbio de Tokio para repetir algunos rituales: el aseo personal, recortarse el bigote, regar las plantas. En cada gesto mínimo, repetido, se palpita una vibración especial, la felicidad de una vida particular.
A esos rituales diarios se suma, con un peso específico, atravesar el portal de su casa, mirar el cielo. La belleza está en la mirada, se dice. Y en la vida de Hirayama, en cada fotograma de la película de Wim Wenders, la belleza aparece en la mirada, sí, pero es una mirada que se expande: la del protagonista, la del director, del espectador. La belleza derrama en los pequeños acontecimientos cotidianos. Hirayama sale cada día para dedicarse con meticulosa perfección y compromiso a limpiar baños públicos de un exclusivo barrio de Tokio. En ese andar la vida, Hirayama es prodigio en silencio y soledad, pero nada de eso es absoluto: en sus silencios suenan las voces de otros, su soledad está habitada por otras vidas.
Su silencio habilita la conversación de su compañero de trabajo, el crecimiento y la libertad de su sobrina, el descubrimiento de la poesía de una joven. Y en ese silencio habitan las canciones que cada día elige con dedicación para acompañar el trayecto hacia su trabajo. Las letras y las melodías de esos viajes se convierten en la banda sonora de una vida.
Pero además, su soledad está llena de gente: así como cada día lo atraviesa deteniéndose ante la belleza del cielo, ante la maravilla de la fotografía, ante el paso del tiempo al ritmo que el tiempo pasa; cada noche su vida se puebla de historias, de personajes, de libros. Y en los sueños en blanco y negro, todo vuelve: la poesía, la música, las pequeñas grandes pasiones, la literatura, la belleza siempre nueva de las hojas moviéndose lentamente por la brisa y con el cielo como escenario.
De la mano de Wim Wenders, Koji Yakusho expone los destellos de una historia profundamente conmovedora. La historia de una vida. Una vida mínima. Una vida como cualquiera. Y única, como todas.
SOMETIMES I THINK ABOUT DYING (2023) de Rachel Lambert, 94 min.
Esta película se filmó durante la pandemia y se nota. Daisy Ridley protagoniza esta comedia melancólica sobre una oficinista (Fran) tan introvertida que no puede conectar con nadie en su vida. Alejada de todos los que la rodean, se refugia en su mundo interior. Hasta que un nuevo compañero (Dave Merheje) altera su rutina preciosista, su ordenado aburrimiento. ¿Podrá Fran establecer un vínculo real, o seguirá sólida en su impenetrable lógica y sus fantasías de muerte? Una película sobre la soledad y sobre aprender a confiar en el otro.
ASCENSO Y CAÍDA DE JOHN GALLIANO (2023) de Kevin Macdonald, 117 min.
Galliano es un diseñador icónico que lideró las casas Givenchy y Dior en París. Su ascenso fue meteórico, y su influencia en la moda innegable. Pero en 2011 empezaron a circular videos de Galliano hostigando a personas con un discurso de odio. La controversia que siguió lo alejó de las pasarelas, Dior lo despidió y Galliano se recluyó. En este documental lo vemos en toda su humanidad. Kevin Macdonald intenta entender lo que pasó esa noche, a la vez que nos introduce al mundo de talento y fantasía de John Galliano.
LOS DELINCUENTES (2023) de Rodrigo Moreno, 190 min.
Dos compañeros de un banco deciden robar en un día la suma de dinero que juntarían trabajando hasta jubilarse. El plan del ideólogo es entregarse a la justicia, cumplir la pena y después vivir tranquilo sin trabajar. Una oportunidad para romper con una vida monótona y rutinaria. Hasta acá, una película de atracos. Pero Los delincuentes es mucho más que eso, y no permite la clasificación en un género. A partir de ahí todo se convierte en un hermoso desvío que abre más y más hilos. Todo en la película parece espejarse. Los dos amigos/compañeros/cómplices, Román y Morán, repiten patrones y se convierten en dobles. Después de ver esta película no podemos evitar pensar en nuestro propio propósito en la vida, lo absurdo de la rutina, y las elecciones que tomamos.
AL OTRO LADO (2007) de Fatih Akin, 116 min.
Hay dos tipos de novedades: la "sincrónica", que es la del mercado, que alienta el consumo inmediato de "lo nuevo", y la novedad asincrónica, esa que alguna fue estuvo en el primer grupo, pero que retoma su condición de novedad a partir de la subjetividad de alguien. A mi me gusta más este segundo tipo de novedad. Se trata de Al otro lado, una producción alemana y turca, dirigida por Fatih Akin, un director joven que en su apellido y lugar de nacimiento (Alemania) ya conjuga el tránsito que tendrán los personajes de la película: Alemania y Turquía. Tiene un argumento perfecto, (no hay plot twist); hace jugar el azar de un manera poética: el azar y el destino se conjugan más que nada en instancias íntimas, ajenas a los grandes acontecimientos históricos que nos determinan.
Es preciosa.