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¿Qué te dejó el Filba? Por Pablo Plotkin

A quienes formamos parte del equipo de Filba, cada festival nos cambia. Durante esos días, conocemos a lxs autorxs con los que nos estuvimos escribiendo durante meses y se pone en marcha lo que se estuvo programando durante tanto tiempo. Ahora bien, ¿cómo viven los festivales lxs autorxs invitadxs? Queremos saber un detalle, una anécdota, algo que les haya quedo resonando.

Pablo Plotkin pasó por el Filba Internacional Buenos Aires y nos lo cuenta acá.

 

Primavera de 2018: Julieta Venegas tocaba una versión lenta de “Sin documentos” en la Plaza Perú. Yo había ido temprano para encontrarme con Irvine Welsh, con quien tenía una entrevista abierta esa noche en el Filba, y no sabía con qué tipo de interlocutor me iba a encontrar. Venía de leer Un polvo en condiciones y me había costado conectar, tantos años después, con ese submundo de dealers y sexópatas escoceses de caricatura. No sé cuánto influía la traducción o el tiempo, pero era Welsh, el de Trainspotting, y era raro estar tomando un café con él en el bar del Malba antes de nuestra charla pública. Me dio a entender que no se tomaba nada en serio, que todo en el fondo le parecía un poco una pelotudez. Y que había descubierto que Miami era el mejor lugar del mundo para vivir bajo esa filosofía. 

El Filba me había hecho conocer a Venegas un año antes, cuando moderé una mesa protagonizada por ella, Pablo Schanton y el islandés Sjón (autor de un par de letras de Björk) en la Biblioteca Nacional. Hablamos de los textos en la música, de los autores que los habían formado. Dos años más tarde, en la edición más reciente del festival, me invitaron a coordinar otra charla de lenguajes narrativos no textuales, con Nora Lezano y Manuel Moretti de Estelares. Fue una conversación con las luces bajas en una sala del CCK. Se estaba haciendo de noche y las fotos de Nora pasaban detrás de nosotros y frente a los ojos fascinados del público. Me quedé a la lectura de M. John Harrison que vino después, presentada por el gran Marcelo Cohen, traductor de parte de su obra. El inglés leyó “Los asesinos del corazón de neón” y detuvo el tiempo. Con el aspecto de un Señor Miyagi steampunk, entonaba las frases con una cadencia de poeta beat. Las palabras crujían con una nitidez exacerbada, y disparaban imágenes hermosas: “... y abajo, en el paseo marítimo –donde uno anda entre hombres que huelen a sudor y mariscos, y del tablero de un coche blanco oye brotar la banda de sonora de su vida–, los neones verdes, rojos o de un azul escarcha. Palpita la música en los locales de diversión, carraspea en las discotecas. En los clubes de jazz sólo sirven ron Corazón Negro y las intrincadas líneas de bajo se oyen a veinte millas mar adentro...”.

La voz de Harrison era como esas líneas de bajo, reverberando en cámara lenta dentro de nuestras cabezas. 

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Pablo Plotkin nació en Buenos Aires en 1977. Empezó su carrera periodística en el diario Página/12 en 1997. En 2003 obtuvo una beca de la fundación alemana IJP que lo llevó a trabajar en la sede de Berlín de la agencia EFE. Al volver se integró a la redacción de Rolling Stone, revista que dirigió en dos períodos: 2010-2013 y 2018-2019, liderando su rediseño editorial. Escribió para La Nación, The New York Times y Vice, entre otros medios. Sus artículos fueron incluidos en antologías como Extremas, La Argentina crónica y Las mejores entrevistas de Rolling Stone. Como autor de ficción publicó cuentos en distintas colecciones. En 2016, Random House lanzó su primera novela, Un futuro radiante. Da clases de Periodismo en la Universidad Torcuato Di Tella y coordina talleres de escritura.